Inmaculada Gómez Jiménez | Doctora en Ciencias Ambientales y procuradora de Ciudadanos por Ávila en las Cortes de Castilla y León

Imágenes de animales reconquistando el asfalto ante la ausencia de personas y vehículos en las calles, panorámicas de grandes ciudades despojadas de sus boinas y nubes grises de contaminación, una primavera explosiva… La pandemia Covid-19 y el obligatorio confinamiento nos han recordado que, en la Tierra, la naturaleza sigue y seguirá dominando el mundo. Parece más bien que lo que está en duda es nuestro sitio en un futuro no tan lejano.

A pesar de la aparente efervescencia de la naturaleza y su conquista de nuestras calles, estas semanas de baja actividad no han acabado, ni de lejos, con la emergencia climática.

El pasado 31 de marzo Fernando Valladares, investigador y director del grupo de Ecología y Cambio Global en el Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC), apuntaba a que numerosos datos científicos vinculan el origen de este virus con comportamientos poco sostenibles de la humanidad. Esta llamada de atención de la naturaleza, en forma de mortífera y amenazante enfermedad, nos llega en pleno auge de la lucha por el cambio climático, la economía circular y el debate del Green Deal o Pacto Verde Europeo.

Lo verde como oportunidad en la era post Covid-19. Aún desconocemos el alcance real de las consecuencias derivadas de la pandemia, pero perfila a las claras un cambio en el concepto de globalización y ha sacudido con fuerza los cimientos económicos, forzando a las empresas a estudiar el asentamiento de sus bases en un cambio del modelo productivo, alejándose del mantenimiento del actual.

Y es justo ahí, en esa necesidad inevitable de cambio, donde reside la gran oportunidad, quizás la última que tengamos sin que el coste de la tardanza sea realmente difícil de asumir. Cito al vicepresidente primero de la Comisión Europea, el neerlandés Frans Timmermans, quien recientemente ha defendido que si la Unión Europea quiere salir fortalecida de esta crisis sanitaria y económica que centra ahora mismo todos los esfuerzos, es necesario avanzar hacia una economía verde. El Pacto Verde Europeo es, en este entorno, “no solo una forma de enfrentar el desafío climático” sino “una estrategia de crecimiento”: un “salvavidas de la crisis” que no debería verse como un “lujo”. Es imprescindible. Efectivamente, que lo verde es un lujo es un mito a desterrar, no es sino una inversión de futuro.

El Pacto Verde Europeo establece una hoja de ruta con acciones para, por un lado, impulsar un uso eficiente de los recursos mediante el paso a una economía limpia y circular y, por otro, restaurar la biodiversidad y reducir la contaminación. El objetivo es que la UE sea climáticamente neutra en 2050. En este sentido, la Comisión propondrá una Ley del Clima Europea. La UE también proporcionará apoyo financiero y asistencia técnica para ayudar a las personas, las empresas y las regiones más afectadas por la transición hacia la economía verde, a través del denominado Mecanismo para una Transición Justa.

España será uno de los países de la UE que más sufrirá las consecuencias de la crisis climática si no se mitigan “con urgencia” las emisiones de gases de efecto invernadero. Así lo ha puesto de manifiesto el informe ‘Estudio PESETA IV’ presentado este mes, que advierte que “el potencial impacto del cambio climático muestra una clara división norte-sur, siendo las regiones del sur de Europa mucho más afectadas por los efectos del calor extremo, la escasez de agua, la sequía, los incendios forestales y las pérdidas agrícolas”.

El camino está marcado: todos los sectores de nuestra economía deben invertir en tecnologías respetuosas con el medio ambiente, la industria a todos los niveles necesita apoyo para la innovación, hay que desplegar sistemas de transporte público y privado más limpios, más baratos y más sanos, descarbonizar el sector de la energía y garantizar que los edificios sean más eficientes desde el punto de vista energético. El verdadero reto está en plantear cómo, desde lo local, que ha reivindicado su importancia en la vertebración económica y social durante la Covid-19, es posible aprovechar el Pacto Verde e integrar sus principios básicos, potenciando la economía circular y la concienciación ciudadana hacia una economía y un modo de vida sostenibles.

El Pacto Verde es una estrategia para movilizar los recursos para un cambio del modelo económico, para conseguir un modelo productivo más resiliente a los cambios que vendrán. Es el corazón de una estrategia europea que busca una mejor autosuficiencia en el uso de los recursos y que, no solo es compatible con la recuperación que ahora necesitamos en esta crisis sin precedentes, sino que ayudará a que estemos mejor preparados ante la siguiente.

20200524 DIARIO DE ÁVILA Articulo opinión Inmaculada Gomez Pacto Verde Europeo