Por Inmaculada Gómez Jiménez, doctora internacional en Ciencias Ambientales y procuradora de Ciudadanos por Ávila en las Cortes de Castilla y León

No heredamos la Tierra de nuestros antepasados, si no que se la tomamos prestada a nuestros hijos. Así reza un antiguo proverbio de los nativos americanos sioux (Internet atribuye una cita similar a Ghandi) que nos recuerda que estamos en el Planeta Azul de prestado, lo que no obliga a dejar un mundo mejor del que nos encontramos (o al menos no peor). Hoy, 24 de octubre, la ONU marca el calendario con el Día Mundial contra el Cambio Climático, una fecha para recordar que hay que enmendar errores del pasado y sumarse, de forma activa y real, a la lucha contra la destrucción de la Tierra que ha provocado la mano del hombre.

Es innegable -e increíble que aún haya quien, pese a la abrumadora evidencia científica, algunos puedan llegar a ponerlo en duda- que estamos ante una emergencia climática. En estos tiempos extraños de pandemia que nos hacen conscientes de la vulnerabilidad de nuestro status quo frente a la crudeza de la naturaleza, y en los que el planeta nos demostró que puede sobreponerse a décadas de daños ambientales, queda abierta la puerta de la esperanza para frenar y reparar esta catástrofe. Hay que aprovechar las oportunidades que brinda toda crisis, y la Covid-19 nos marca un camino hacia la reconstrucción verde que debe hacer mella en las políticas locales, autonómicas y nacionales, que debe marcar un horizonte estratégico a largo plazo. Si nos quedamos con la vista en el corto plazo, nos quedaremos atrás respecto a nuestros vecinos, perderemos resiliencia ante otra crisis y no aprovecharemos la oportunidad.

La recuperación económica de España, de Castilla y León y por supuesto de Ávila debe apostar al verde, contribuyendo al doble objetivo de rescatar nuestra economía y nuestro medio ambiente, aprovechando las potencialidades de una Comunidad Autónoma que puede sacar pecho como pulmón de España por su superficie forestal o por sectores como las energías renovables o el impulso a la agricultura y la ganadería sostenibles.

Partimos de la base de que Castilla y León está en una posición privilegiada con respecto a los objetivos de desarrollo sostenible de la Agenda 2030 y a mitigación del cambio climático, y por ello debemos obtener ventaja de esta situación de partida y facilitar que nuestros ciudadanos y empresas se beneficien de inversiones que mejoren aún más nuestra situación.

2020 es un año de esperanza para el planeta. La Comisión Europea negocia la primera Ley Climática del mundo, que persigue convertir en requisito legal el objetivo de alcanzar la neutralidad climática en 2050. El proyecto de ley fue presentado el pasado mes de marzo y ya tiene un cronograma marcado: la primera meta es reducir las emisiones de aquí a 2030 en un 55%, en comparación con los niveles de 1990. Pero la Eurocámara ha votado este mismo mes de octubre un objetivo más ambicioso, fijando el listón en el 60%. Lo que supone una enmienda a la Ley Climática.

Este mismo mes, el Grupo Parlamentario de Ciudadanos en las Cortes de Castilla y León ha planteado para su debate dos Proposiciones No de Ley (PNL) que apuestan por esa recuperación verde, enmarcadas en los cauces de desarrollo de políticas ambientales sostenibles y con proyección de futuro emanadas tanto de la Unión Europea –no olvidemos la fuerza del Green Deal, el Pacto Verde Europeo- como de las políticas del Gobierno de la nación.

Así, las Cortes de Castilla y León han aprobado la PNL sobre la estrategia de lucha contra el cambio climático, cuyo objetivo es impulsar la economía verde y sostenible como oportunidad de desarrollo para la Comunidad Autónoma, por lo que se analizará la huella de carbono en la región en su conjunto y también por provincias, se pondrán en marcha proyectos que compensen emisiones de CO2, se publicará esa huella de carbono como ventaja competitiva para los sectores productivos de Castilla y León y, por último, se insta al Gobierno de la nación a que tenga en cuenta la compensación de las emisiones como criterio para mejorar la financiación autonómica.

También se ha pedido a la Junta que desarrolle, en el plazo más breve posible y siempre antes de marzo de 2021, la Estrategia del Hidrógeno Renovable de Castilla y León, en línea con las estrategias nacional y europea. Castilla y León, con su elevado potencial de producción de energías renovables y bioenergía –produce 1,5 veces más de lo que consume-, con un tejido industrial productivo basado en los sectores agroalimentario y automovilístico, y con territorios que requieren de un esfuerzo especial para su reindustrialización y desarrollo, no puede quedarse atrás en el desarrollo del hidrógeno verde.

Hay que seguir avanzando, desde las instituciones públicas, con el apoyo y la participación de la comunidad científica y también del mundo empresarial y los ciudadanos, en la reconstrucción verde. Debemos preocuparnos y ocuparnos por la reducción de emisiones de gases apostando por un sistema energético limpio de fuentes renovables, que nos genere oportunidades en nuestro medio rural y nos permita ser más autosuficientes y flexibles en nuestra generación de riqueza.

Conseguir una economía descarbonizada, que minimice su dependencia de los combustibles fósiles, exige incorporar incentivos a los coches eléctricos, las flotas y la movilidad eléctrica conectada y compartida, y la conectividad digital (teletrabajo). Así, otro pilar sobre el que sustentar esa lucha contra el cambio climático que genere oportunidades de desarrollo pasa por contribuir a fortalecer esta industria, tan esencial en Castilla y León y en Ávila, para que pueda acometer una transformación eficiente hacia modelos electrificados, de pila de hidrógeno o de electrocombustibles, donde la fuente energética es energía renovable.

Poner en valor las prácticas tradicionales sostenibles, como nuestra ganadería transhumante, con innovaciones hacia una industria agroalimentaria más sostenible, cambiando energías, materiales, embalajes, puede ser también una rampa de lanzamiento a la exportación, a mercados exigentes, tan necesaria en nuestra comunidad y en particular en la provincia de Ávila.

En último lugar, pero no por ello menos importante, la restauración activa de la naturaleza debe actuar como palanca de impulso económico y herramienta contra el cambio climático. Devolver a su estado original, en la medida de lo posible, el mundo en el que vivimos de prestado, ya que la Tierra, recordemos, no es nuestra herencia, si no el legado de nuestros hijos.

* Artículo de opinión publicado en Diario de Ávila el domingo 25 de octubre de 2020.